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  • Foto del escritorMashe Trujillo

CAPÍTULO 1 DE UN CUENTO QUE ESCRIBÍ HACE UNOS AÑOS

CAPÍTULO 1

Lo veía en todos lados, en mis expos, en la calle, en la feria del libro, en el café, en todos lados. Siempre me estaba mirando y sonreía, una sonrisa cautivadoramente extraña a mi parecer. Al principio creí que era coqueteo, después me dio miedo. ¿Qué tal que era un acosador? ¿Qué quería de mí? Con el tiempo se me hicieron familiares sus apariciones pero nunca me atreví a acercarme demasiado y él menos. Por un momento creí que era un holograma creado por mi mente caótica y solitaria, una especie de necesidad de encontrar a alguien como él e invitarlo a ser parte de mi vida.


Un día me di el valor y me acerque un poco más de lo usual y de pronto, un miedo extraño de perder esos encuentros mágicos me detuvo y me di la vuelta. Recuerdo muy bien su cara, una especie de emoción y a la vez frustración por mi cobarde retiro.

Días después, caminando en una plaza, buscando un libro que me había recomendado mi maestro de pintura, lo volví a ver y reímos cada quien en el lugar donde estaba parado, como si nos acordáramos de un mal chiste. Pensé, por favor acércate soy demasiado cobarde para hacer esto sola! Pero llegó mi papá, me distrajo con un ¿ya nos vamos? Y me fui a dar clase como todos los días.


Al día siguiente desperté extrañamente feliz, como si estuviera enamorada. Pero ¿de quién? ¿De qué? Pensaba… de la vida tan monótona que tenía? Fui al café de siempre y mientras estaba formada escuchando mi canción favorita de Fito Páez alguien me toco el hombro, me quite el audífono de sólo un lado, di media vuelta y era él. Me quede en pausa, mi ritmo cardiaco se aceleró, no sabía que decir y creo que él tampoco, pasaron segundos en silencio y de pronto lo rompió con un: ¿por qué te quieres ir de aquí? Tú estás bien, no temas.

Me tomo la mano, sonrió y se fue.

No supe qué hacer! No supe qué decir! Meses atrás había tenido problemas de salud y sueños extraños donde mi difunto abuelo me abrazaba con su característica fuerza y me decía “vámonos” y yo con un repentino tirón de su mano le decía que aún no quería irme, tenía mucho que pintar y muchas cosas que hacer en esta vida. A la mañana siguiente de esos sueños me sentía extraña y no salía de mi mente ese tema, pero después lo tomaba como solo un sueño.


Ahora que lo vÍ, sus palabras me perseguían a cada momento y lo único que quería era volverlo a ver para preguntarle si tenían algo que ver mis sueños con él.


Pasaron meses sin volver a verlo hasta que llegó un punto donde en verdad creí que fue un espejismo, una prueba que mi propio cerebro me había puesto. Le conté todo a mi mamá y ella como buena conocedora de ángeles aseguro que era mi ángel que me estaba dando una señal y que posiblemente muy dentro de mí tenía esos pensamientos “suicidas” o que tal vez era una señal de que mi plano posiblemente ya no era este. Me espante aún más! Y pensé y pensé hasta darme unas vacaciones mentales porque estaba agotada y debo admitirlo, sugestionada con el tema al grado de escribir un testamento. Al hacer eso me di cuenta que estaba ocupando mucho tiempo de mi vida sin hacer más, sin crear más. Ya no asistía a exposiciones, casi no veía a mis amigos, los hombres que se me acercaban con plan “amoroso” me daban una pereza impresionante. Y así siguió pasando el tiempo hasta que me olvidé del tema y poco a poco retome mi rutinaria vida.


Un clásico día de café antes de ir a trabajar, lo vi sentado en un sillón pasando la barra donde gritan tu nombre y te entregan el café. Estaba leyendo muy tranquilamente y al parecer desconectado del mundo. Alcance a leer el título del libro “Angelology, el libro de las generaciones” . Mi creativa mente me recordó lo que me dijo mi mamá hacía meses y mi cerebro en un instante dio por hecho que ahí estaba mi ángel de la guarda. Como siempre me quede en pausa viéndolo hasta que sintió mi mirada, levanto la suya y sonrió de lado. Como hipnotizada me acerque a él, ya no tenía miedo pero mis piernas temblaban como cuando te bajas de la montaña rusa.


-Hola!

-Hola Maye (sonrió aún más, como si fuéramos los grandes amigos y hacía años que no nos veíamos)

-¿Por qué no habías aparecido? Me dejaste pensando tantas cosas!! Tengo tantas preguntas! ¿Como sabes mi nombre?

-¿Quieres irte?

-¿Que??? ¿De qué hablas? ¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Un ángel? (me senté a su lado porque creí que estaba hablando muy fuerte y obviamente no quería hacer un drama en el café donde todos los trabajadores me conocen por mi constante aparición) ¿un espíritu? ¿Un demonio? ¿Una persona reencarnada? ¿ Qué eres?


Silencio total… solo me miraba de un ojo a otro, mientras tanto yo, me ponía más nerviosa, no aguantaba su hermosa mirada de un color inexistente. Sonreía, miraba mis manos y regresaba a mis ojos. Mientras tanto sonaba Adagio de música incidental. ¿O era mi propia mente que creaba esa pieza musical para el momento? Ah! Creía enloquecer con ese eterno silencio!


-Depende – solo contesto.

-¿Depende de qué?

-¿En qué creas? ¿En Dios? ¿En la reencarnación, en los angelas, en TUS demonios?…

De nuevo silencio, no supe que decir, en verdad me hizo pensar y recapitular mis creencias perdidas, mi nueva forma de pensar y ver el mundo, buscando entre los archivos de mi mente un poco de historia de la humanidad. ¿Qué sería lo más lógico? Me distrajo su libro.

-¿Qué lees? Encogió sus hombros.

- Cosa de ángeles, según.

-No te puedo contestar en que creo por el momento. Tus apariciones me están haciendo dudar de lo que creo o creía. Pero dime, ¿ por qué me dijiste eso la vez pasada cuando estábamos formados? ¿Irme a dónde? ¿Temer de qué? Según yo, no temo a nada, sí estaba confundida ese día por un sueño que tuve anteriormente, pero sólo eso.

-¿Quieres irte?

- ¿A dónde? Depende.

- Vamos a dar un paseo ¿te parece bien?

- No te conozco, ni sé cómo te llamas.

Estiró la mano, la estrechó con la mía y dijo: me llamo Gabriel y sonrió.

- ¿Nos vamos?



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